Nuevamente fuimos víctimas de los ticos, que ni bien merecieron lo que ganaron, dicen por ahí muchos dichos que “equipo que falla penal pierde el partido”, otro dice que “quien no las hace las ve hacer”, pues ninguno de estos se cumplió, pues en el primer caso, los ticos fallaron un penal, que fue un regalo del árbitro por cierto, pues claramente se denota que no hubo intención de derribar al rival sino más bien para buscar el balón por parte del defensor salvadoreño. Y en el segundo más claro imposible, los ticos buscaron el gol y tuvieron una que otra oportunidad de abrir el marcador pero en los arranques de contra salvadoreños se veía una pequeña luz de esperanza de lograr hacerlo antes que los ticos pero no fue así, en un error defensivo (otra vez), en esta ocasión no fue el portero, pero nos anotaron el primer gol y el único del partido, y de ahí el equipo se quebró, la falta de una buena preparación física cobró factura y un medio campo desconcertado y los cambios desacertados no por el técnico, sino por la actitud de los que entraron en el final del partido que no hicieron más que estorbar y destruir las pocas ideas de juego que aún tenían los jugadores que entraron como titulares. Hay mucha tela de qué cortar, pero hay jugadores que en verdad no merecen estar en la selección, si los que salen se están quebrando la madre en la cancha, los sustitutos deberían hacer lo mismo y algo más para conseguir un resultado diferente, pero ni esto ni lo otro, los cambios no fueron la solución a los problemas, sino mas bien vinieron a colocarle un clavo al ataúd y a facilitarle aún más el trabajo a la defensa tica.
Ahora esperamos por México en nuestra casa…