Los famosos techos abovedados blancos de la Opera se oscurecieron el sábado cuando Sydney apagó sus luces durante la Hora de la Tierra, una campaña mundial para poner de manifiesto la amenaza del cambio climático. Desde las Pirámides de Egipto hasta la Acrópolis de Atenas, el centro de Londres y la avenida de los casinos en Las Vegas, unas 4.000 ciudades y pueblos en 88 países planeaban sumarse al evento patrocinado por el Fondo Mundial Silvestre (World Wildlife Fund), un plan de oscurecimiento sucesivo en husos horarios que consiste en apagar todas las luces no esenciales entre las 8.30 y las 9.30 de la noche.
“La Hora de la Tierra siempre ha sido una campaña positiva; se trata de fiestas callejeras y no de protestas callejeras, es la idea de la esperanza y no la desesperación. Y creo que eso es notablemente importante este año porque hay mucha desesperación”, comentó. “Por otra parte, existe un ahorro al reducir el consumo de energía”.
Poco antes, las islas Chatham, un pequeño archipiélago 800 kilómetros (500 millas) al este de Nueva Zelanda, inauguró oficialmente la Hora de la Tierra apagando sus generadores de diesel.
Poco después se apagaron la luces en el Sky Tower de Auckland, el edificio más alto de Nueva Zelanda.